La formación del profesorado es un eje fundamental en la escuela que siempre provoca discusión dentro de la comunidad educativa. No es un asunto baladí si queremos cambiar el rumbo de las pedagogías y metodologías desfasadas, que todavía se aplican en muchas de las aulas de nuestros centros educativos.
El cambio educativo converge hacia el uso de metodologías activas en una escuela que prepara para la vida, y con las que los alumnos se responsabilizan de su propio aprendizaje, dejando al docente un papel de guía y mediador. El docente diseñará o se valdrá de escenarios de aprendizajes, con los que sus alumnos puedan construir conocimiento.
Sin embargo, la formación que se suele impartir a los docentes es pasiva. En cuanto a la formación sobre tecnologías de la información y la comunicación, suele basarse en lecciones magistrales sobre tal o cual herramienta: clicar en este botón, desplegar este menú, seleccionar esta opción,… Aprendizaje TIC totalmente descontextualizado y aséptico. Esto impide que la mayoría de los docentes, que asisten impertérritos a decenas de cursos y talleres, pongan en práctica en sus aulas lo aprendido. Sencillamente no saben cómo integrarlo en su trabajo diario, con sus alumnos. Ni conocen los objetivos metodológicos que se pueden alcanzar con esas herramientas.
Según un estudio reciente realizado por Pew Research Center , los profesores preuniversitarios americanos aprenden más de sus alumnos en cuestiones tecnológicas que de los cursos oficiales a los que asisten. Afirman también que les sirve más su experiencia y la de sus colegas a la hora de aplicar la tecnología en educación.
Estas dos cuestiones hacen que haya que abordar la formación del profesorado partiendo desde las propias metodologías activas. Es decir, sin enseñar de forma exhaustiva el uso de la herramienta (hay que pensar que cambian su interfaz constantemente y es casi una práctica inútil el empeño en aprender menús y botones), incidiendo en qué y para qué se quiere utilizar, y sí experimentado sobre las propias actividades que ellos vayan a utilizar después con sus alumnos.
Y por otra parte, centrándose en la formación informal y autodidacta. Pienso que este aspecto formativo es fundamental y mucho más enriquecedor que la propia formación oficial. Hay que experimentar, conectar con otros profesores a través de las redes sociales (que hoy en día son máximos exponentes de la actualización docente) compartir en comunidades de aprendizaje, en eventos educativos,… en definitiva aprender en red para enseñar de otra forma, y llegar a completar nuestro propio entorno personal de aprendizaje, y ayudar a nuestros alumnos a diseñar el suyo propio, aspecto que va a ser fundamental en su desarrollo personal y profesional.
Encontraba hace unos días la extrapolación de la pirámide de Maslow de las necesidades humanas, y el pico de la misma, donde podemos encontrar los deseos más elevados, encontramos la autorrealización y el reconocimiento. En la pirámide extrapolada vemos que estas necesidades las cubren las redes personales de aprendizaje. Por lo tanto, en cuanto a la propia necesidad del docente, estas juegan un papel más importante que la misma formación formal.
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Un modelo formativo que replica a la perfección lo que debemos y podemos llevar a cabo con los alumnos, es el conjunto de dinámicas diseñadas por Antonio Omatos, que ha titulado como “Seis grupos seis tareas”. No es un modelo teórico sino testado en la práctica y con muy buenos resultados. Dice Antonio que la metodología aplicada se rige por la necesidad de llegar a las herramientas, e integrarlas y combinarlas para llegar a un producto final. Según sus propias palabras: “Todas las tareas pueden servir de modelo de actividades que podemos realizar con nuestros alumnos para conseguir una integración de las TIC (tecnologías de la información y la comunicación) en el aula llegando a las TAC (tecnologías del aprendizaje y el conocimiento)”. Sintetiza la experiencia con la frase: “es más importante el proceso que el resultado”.
Con este tipo de dinámicas invertimos lo hecho en formación de forma masiva hasta el momento. No buscamos la herramienta y decidimos qué hacemos con ella, sino que pensamos en qué queremos hacer con nuestros alumnos y después decidimos qué herramienta TIC nos puede servir para nuestros propósitos, si es que existe alguna que nos puede ayudar sin forzar su uso.
Entrando en la TIC de la forma más invisible y acompañada posible , se consiguen mejores resultados y más afección tecnológica.
(Este post es fruto de una colaboración para SMConecta2, en cuyo blog se publicó bajo el título "La formación formal e informal de los profesores")
Fotografía inicial: http://www.flickr.com/photos/invisibleomega/7567286222/sizes/c/in/set-72157630563791280/
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